jueves, 23 de julio de 2015

Despierto y veo esto.
Un horror se aproxima y aquí estamos, preocupados de cuan delgado lucimos

martes, 21 de julio de 2015

- Cada quien sabe lo que merece
- ¿ Y según tú,  que merecemos?
- No lo sé. No conozco tu pasado, no se lo que has hecho. No podría saber qué es lo que mereces entonces. Solo sé lo que yo merezco y es esto.
- ¿Qué cosa?
- A ti. Merezco cada bofetada que me has dado, cada insulto, cada indiferencia de tus labios y cada palabra no pronunciada cuando dije que te amaba.
- ¿Ya no me amas?
- Y merezco también tu ego.
- ¿Quieres comer algo?
- No, ya se nos acabó el tiempo.

martes, 14 de julio de 2015

¿Cuándo cubres tus oídos, aun escuchas el tic tac del reloj?
Mis ojos se incorporan de manera violenta y mi respiración se agita al darme cuenta que solo estoy yo. 
Mis manos rodeando abrazado mi cuerpo no me permiten cubrir mis oídos. El sonido es cada vez peor y las palabras rebotan en mi cabeza con ese tinte de amargura.
Mis muñecas pican y arden "¿Será que la piel aun está viva?" 
Pienso y luego desisto, mi cabeza vuelve a caer en el piso suave y blando. 
Me siento como un crío, con mis manos aun rodeándome y mi garganta apretada...
¿Aún escuchas el tic tac de reloj?

lunes, 13 de julio de 2015

Atadura

Soñé anoche que estabas ahí nuevamente, con tu traje lleno de escarcha. La noche era fría y seguramente habías caminado por la nieve para llegar a tiempo.
Pude sentir tus pies hundiéndose en el camino, paso a paso acercándote a mi.
Mi cuerpo no podía moverse y mis ojos solo podía observar las grietas del raído techo.
Cerraba mis ojos para poder escuchar con atención y así descubrir dónde estabas. El sonido del viento mecía en la oscuridad tu cabello y silbaba en tu oído que apresuraras el paso, que pronto seria tarde.
Mi respiración se agitó cuando por fin aquel viento sutil trajo a mi tu aroma. Una extraña mezcla de sangre seca y miel.
Ahora tus pisadas eran más cercanas, podía sentir cómo tu respiración también se agitaba al avanzar por la nieve.
Mis ojos ya estaban desorbitados y mi cuerpo humedecido, ansiando que llegaras pronto para sentir ese sabor en mi boca.
De pronto el silencio se volvió intenso y solo escuchaba mis latidos, mi corazón que apenas bombeaba.
Sentí como abrías lentamente la puerta y un gemido se escapó de mis labios. Era como si todo éxtasis estuviera ahí, a punto de ser bebido en tus manos.
Cerré mis ojos y sentí tus pasos acercarse hacia mi. Al fin pude mover mi cuerpo, quise incorporarme, pero algo me lo impidió. Claro, cómo lo olvidé.
Mis brazos seguían atados a la cama al igual que mis piernas. Fue cuando mi corazón comenzó a extinguirse lentamente entre tus manos.
Mis ojos se abrieron al fin y mi respiración parecía retomar de a poco el ritmo. Ya no estabas, tu aroma aun estaba en la habitación y podía sentir la frialdad de tus labios en mi piel.
Mis manos estaban sobre mi vientre, con las marcas de aquellas cuerdas en las muñecas.
Dormiré ahora, mientras espero la próxima luna.

sábado, 6 de junio de 2015

Delirium

Y es como si hubiese sido ayer cuando ese beso me aniquiló. No recuerdo nada más, solo tus manos ahí, descubriendo cada parte y rincón de mi alma. Torpe como un niño, impetuoso como las olas chocando en las rocas, así embestias contra mi. Tu espalda con la que hace años soñé, la sentia en mis manos y me aferré a ella como a la vida al sentir tus besos, tu respiración en mi oído, tus manos cerrando mis ojos y tus labios besando mi cuello.
No quiero olvidar esa canción jamás, la que escuchamos esa noche mirándonos a los ojos.
Fue el primer y el último beso, en donde sentí el fuego que años se contuvo en tu interior. Perdoname si olvido detalles, como el olor de tu pelo, una mezcla de miel con sudor, perdóname si olvido el calor de tu pecho, en donde pude dormir despues de casi una eternidad despierta.
Perdóname si olvido la textura de tus manos que sentí cuando descubrian mis pechos, esa suavidad y delicadeza con la cual mordias cada centímetro de mi piel, dispuesta para ti sin tapujos ni tabues.
Perdona amigo mio, si he olvidado cada detalle.

jueves, 28 de mayo de 2015

Aniquilación Cerebral

A veces me harto de escuchar tanta barbaridad, banalidad y en general, escuchar sus comentarios sin sentido, sobre la vida, sobre la felicidad, la simpleza con la que miran el mundo. Pero esto último incluso me produce un cierto dejo de envidia. He muerto mil veces por culpa de mi cabeza. E incluso he pensado en matarla de manera definitoria, dejar de una vez por todas que genere tanta verborrea de pensamientos insanos, que solo llenan un espacio imposible de manipular.
Los ruidos, las voces, las canciones mal tarareadas, el caminar lento, el caminar rápido, todo se vuelve un  monstruo incontrolable, que en cualquier momento es capaz de devorarme.
Esa opresión en el pecho que solo la incertidumbre puede darte, es parte de esa banalidad. De esta constante en donde giro a miles de kilómetros por segundo. Es una constante inconstante, esa maldita paradoja de querer pertenecer, pero a la vez odiar la pertenencia, odiar ese rasgo que pueda identificarte con cien millones más de personas.  Ese sentimiento de inadaptación en donde eres capaz de fingir por agradar. Ya no puedo hacerlo, mi esencia sale por mis poros y la vomito lentamente. Hay un llanto suave de por medio, que me inunda de cierto placer. Quiero alejarme, que me odien, que no  me busquen, que dejen de pensar que me intereso en ellos. Quiero de una vez por todas no ser nada, nada para ellos, nada para ti.
Es suficiente con saber que soy “algo” para mí, que necesito de mí, de mi cuerpo, de mis manos, de mis piernas, de mi  enfermo corazón con arritmia.
Y vuelve esta verborrea, ese grito visceral en donde saco ese sentimiento de odio. Odio puro, en su más hermosa esencia. ¿Y qué es el odio? Me han dicho que es amor disfrazado…Disfrazado de qué? el odio es pasión, es inconformidad, es  sentir una herida latir, es sangre que corre y brota. Eso es odio, y viéndolo así puede transformarse en amor.
Y aquí viene de nuevo, ese choque inminente entre mi consciencia y los valores. Todo terminará como ayer y antes de ayer, mi cerebro calcinado una vez más, brotando de él, el juego del vaivén del eterno retorno. 

Una vez más me he auto aniquilado. 

lunes, 4 de mayo de 2015

En una isla

Se desnudaron apenas vieron el mar.
Nadaron durante horas
mientras el sol se mantenía firme
sobre sus cabezas.
La felicidad  que sus cuerpos irradiaban
era comparado solo con aquel climax de antaño.
El tiempo inexorable hizo que el cielo
se volviera oscuro y el agua se enfriara.
Sus cuerpos extasiados y agitados sucumbieron en la orilla.
Se miraron como cuando eran adolescentes, sin ser jueces,
sin ver defectos ajenos en los propios.
Olvidaron todo, incluso sus nombres
pero no importaba, pues sus almas seguían intactas.

Mientras ellos nadaban sin final,
sus hijos trataban incansablemente
que aquellos dos lograran reconocerlos.